viernes, 20 de junio de 2008

Jesús dijo que el requisito para que toda persona pueda entrar en el reino de Dios es nacer de nuevo.



De cierto de cierto te digo que el que no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios (Sn. Juan 3:5).


Estas palabras se las dijo Jesús a un principal entre los Judíos llamado Nicodemo, el propósito del Señor era mostrarle a través de algo fácilmente perceptible es decir algo físico o natural una gran verdad espiritual.


Y Jesús le puso este ejemplo del nacimiento de un ser para mostrarle que hay tanta similitud y los mismos factores que influyen para un nacimiento físico son los mismos que influyen en un nacimiento espiritual. Por ejemplo se necesita tanto la simiente masculina como la simiente femenina para que se de un nacimiento físico ¡Amen!. Bueno, pues espiritualmente también.


En la primer carta del Apóstol Pedro 1:23 nos dice que hemos sido “renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”. Aquí en este pasaje nos muestra la Biblia que la simiente masculina para que se lleve acabo el nacimiento espiritual es la Palabra de Dios, y en el evangelio según Sn. Juan 1:12 y 13 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

Entonces la simiente femenina es la fe que el hombre dispone en su corazón para que la Palabra (simiente) de Dios transforme la vida del hombre a una nueva criatura.
Porque ciertamente físicamente por creación todos somos creación de Dios y eso ciertamente al hombre le da solamente el derecho de esta vida física, pero para que el hombre pueda participar de la vida eterna con Dios necesita nacer de nuevo. Porque recordemos que el ser humano calló en trasgresión. La Biblia dice: “que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones”. Eclesiastés. 7:29

También esta escrito que nuestros primeros padres Adán y Eva desobedecieron y el pecado se fue pasando de generación en generación es por eso que el apóstol Pablo hablando a los Romanos 3:23 dice: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”.
Por eso el imperativo de Dios para que el hombre pueda ser un hijo de Dios por redención y poder pasar toda la eternidad en el reino, en el paraíso de Dios tiene que nacer de nuevo, tiene que creer a la Palabra y ser bautizado en el Nombre de Jesucristo. Pues esta escrito: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo…” Sn. Marcos 16:15-16

Y así como en el terreno físico es un proceso, también en el terreno espiritual lo es. Jesús le dijo a Nicodemo que los nacidos del espíritu son como “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va...” (Sn. Juan 3:8).

Aun los grandes científicos no saben como es ese maravilloso proceso de formación de todos los huesos, miembros internos, etc. Que se da en la criatura que se esta formando en el vientre de su madre.
Y la Biblia corrobora esto en Eclesiastés 11:5: “Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas”.
Así de esta misma forma la Palabra de Dios va obrando en el corazón de las personas sin que muchos alcancen a entender. El apóstol Pablo les dijo a los Corintios que: “la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”. 1 Corintios 1:18

Una ves que a llegado el tiempo que se lleve a cabo ese nuevo nacimiento, sucede algo un poco antes de nacer el bebé y eso que sucede es precisamente que se rompe la fuente de agua en la mujer y ya nadie puede parar ese nuevo nacimiento. Así también en lo espiritual una ves que la persona a oído al Palabra de Dios y la simiente de Dios ya a hecho la obra en el corazón del hombre, ¡Este pide agua!: “yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes” “Así que, los que recibieron su palabra (la simiente de Dios) fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas”. Hechos 8:36-37 y 2:41


Porque Bíblicamente quienes forman parte de la iglesia del Señor son todos aquellos hombres y mujeres que han sido transformados por la Palabra de Dios. Está escrito: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. 2 Corintios 5:17

Porque esta es la única forma que todos podemos venir a ser realmente hijos de Dios.
Tenemos que nacer de agua y del Espíritu y así formar parte de la iglesia, del templo del Señor. Pues la Biblia dice que somos el templo, la morada de Dios en el Espíritu.
(1 Corintios 6:19 y Efesios 2:22)

Porque aun a Moisés se le dijo cuando iba a construir aquel tabernáculo, donde habría de habitar la presencia de Dios. Se la dijo mira de hacer todas las cosas conforme al modelo que se te a mostrado (Éxodo 26:30, Heb. 8:5) y Moisés llevo a cabo toda la obra no conforme a su propia forma sino a la forma de Dios y nosotros también somos ese tabernáculo donde habita la presencia de Dios; somos piedras vivas dijo el apóstol Pedro que vamos siendo añadidos en esa construcción conforme al modelo de Dios. 1 Pedro 2:4-5
A veces alguien piensa que ya con solo levanta la mano y di esta oración después de mi para que seas salvo dicen algunos. Pero estas frases no tienen ningún sustento o respaldo bíblico, son meramente conceptos propios de alguien, quizás se dicen con la mejor intención pero no son conforme al modelo de Dios.
Y la Biblia nos previene sobre estos conceptos o formas de salvar a la gente conforme ideas muy propias del hombre y no según Dios: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2:8)


Quisiera terminar este pequeño tratado con una expresión de la palabra que se encuentra en Santiago 1:18:



“El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.”

Que Dios les Bendiga.
Hno. Josué Ortega Beltrán.